Reproducción del manatí

Aunque existe información básica acerca de la reproducción de los manatíes, los investigadores admiten que todavía queda mucho por aprender acerca de ello.

Las hembras están listas para aparearse a los 5 años de edad, lo que es casi el doble del tiempo necesario para que los machos alcancen la madurez, aproximadamente a los 9 años de edad. Cuando llega el momento de aparearse, se unirán en grupos formados por cinco o seis machos con sólo una o dos hembras.

Un hecho que muchas personas ignoran es que los manatíes pueden reproducirse en cualquier época del año. Las hormonas adicionales en las hembras suelen aumentar y los machos se muestran receptivos antes este hecho. Los investigadores no están muy seguros de lo que desencadena a estas hormonas en las hembras, pero es importante entender que no todas acaban teniendo a sus crías en la misma época  del año.

Una hembra puede aparearse con varios machos en el mismo grupo, lo que significa que los machos no tienen que luchar agresivamente por el derecho a aparearse como es el caso para otros mamíferos acuáticos. Esta característica asegura la posibilidad de que la hembra conciba a un joven manatí antes que la temporada de apareamiento termine.

Las hembras sólo se aparean cada dos años debido al largo período de gestación, aunque incluso pueden transcurrir hasta cinco años entre antes que ella vuelva a reproducirse si las condiciones en el medio no son adecuadas. Si un manatí está estresado o la comida escasea, no querrá participar en el proceso de apareamiento.

Un joven manatí nacerá 12 meses después de la concepción, normalmente sólo nace uno a la vez, pero algunos informes hablan del nacimiento de gemelos. La madre manatí cuidará muy bien de sus crías y los amamantará hasta que tengan 1 o casi 2 años de edad, sin embargo también los enseñará poco a poco a consumir algunas plantas desde que son muy pequeñitos.

Cuando una cría nace, pesa aproximadamente 70 libras y tiene alrededor de 6 pies de largo. Es alimentada desde la primera leche que produce la madre, quien tiene los pezones detrás de las aletas. Las crías saben nadar de inmediato y se les ha visto lactando junto a su madre, mientras ella se mueve lentamente a través de las aguas en busca de su propia comida.

Existen muchos peligros que acechan a estos manatíes jóvenes, aunque las madres tratan de protegerlos lo mejor que pueden, la naturaleza no siempre está de su lado. Hay depredadores en el agua, como los tiburones y cocodrilos, que ven a los pequeños manatíes como una gran comida. Si la madre  resulta herida o muerta, no podrá cuidar de su joven tampoco.

Los manatíes pequeños son muy curiosos y pueden llegar a comer algo que no es bueno para ellos, como el plástico o hilos de pescar, incluso pueden quedar atrapados en redes de pesca o ser golpeados por los barcos. La mayoría del tiempo, una madre cuida muy bien de su cría, pero en ocasiones, sin saberse aun por qué, puede ocurrir que la madre a su hijo.

Un dato muy interesante es que el manatí es confundido a menudo con el dugongo en el agua. Aunque por lo general mantienen su distancia, ha habido evidencia creíble que sugiera que se han apareado alguna vez, el resultado de estos encuentros ha sido crías que nacen muertas o que mueren antes de alcanzar la madurez. Estos casos han sucedido de manera muy aislada, por lo que no es algo que actualmente preocupe a los investigadores.